Rafa Nadal celebra su victoria en París. | Efe
- Rafa Nadal derrota a Robin Soderling (6-4, 6-2, 6-4) y logra su quinta corona
- El balear recupera además el trono de la ATP superando a Roger Federer
No existía el ánimo de revancha, aseguraba Rafael Nadal un día tras otro a medida que se aproximaba su reencuentro con Robin Soderling. Lo repetía, pero seguramente no lo pensaba. Le estaba esperando tras sufrir en 2009 ante el sueco la hasta hoy única derrota en Roland Garros. No buscaba venganza, pero Nadal despachó a su rival en dos horas y 19 minutos, por un contundente 6-4, 6-2, 6-4, para reconquistar su corona francesa y el primer puesto en la clasificación mundial tras firmar un curso perfecto sobre tierra batida. Campeón en Montecarlo, Roma y Madrid, en París firmó el pleno.
Nadal resolvió a su favor la segunda opción de 'break' de que dispuso en el sexto juego del partido con un 'passing' de revés, pero Soderling no le perdió la cara ni al set ni al partido. Aún no. Trató de ganar metros, de entrar en la zona donde sabe definir y encontró dos oportunidades de igualar el marcador en el octavo juego. Una derecha larga y un nuevo error desde el resto frustraron su primera ofensiva para inmediatamente conceder al servicio los tres primeros puntos de set (0-40). Sólo entonces encontró su mejor servicio, el que le ha permitido alcanzar la final por segundo año consecutivo, para forzar a Nadal a resolver con el suyo. Tres errores del sueco con su revés facilitaron el trabajo.
Con muchas reservas se aproximó Soderling a la red al inicio del segundo parcial. Al contario que el año anterior, desde el comienzo había perdido la batalla de fondo. De nuevo falló en el momento de concretar alguna de las cuatro opciones de ruptura que se le presentaron en el segundo juego del parcial. En una de ellas, cuando al fin había conseguido ocupar el centro de la pista y conectar su derecha salvaje, se topó de nuevo con un muro y finalmente con una dejada definitiva en su lado de la red.
A partir de entonces no quedó nada de Soderling. Nadal lo convirtió en confeti. El servicio del balear, vital según sus propias palabras en la víspera, volvió a responder en los momentos delicados y le ayudó a solventar con autoridad muchos de sus servicios. Con la maquinaria a pleno rendimiento, Soderling quedó reducido a un tenista simple, de una sola dirección, sin recursos ni imaginación para tratar de incomodar a la 'bestia'. El sueco apenas sumó 18 puntos en el segundo parcial, cinco en los últimos cinco juegos.
Nadal, derrotado sólo una vez en todos los partidos de Grand Slam en los que se anotó el primer set, no cedió un metro al rival, lo mantuvo lejos de la línea, le obligó a aplicarse en una de sus cualidades menos destacada y con la que menos disfruta, la movilidad, y se de nuevo sintió campeón, invencible sobre al 'arcilla' de París. Un 'break' al inicio del tercer parcial terminó de hundir a Soderling, incapaz de sumar un set en dos finales consecutivas de Roland Garros. Ni siquiera pudo quebrar el servicio de Nadal a pesar de disponer de ocho ocasiones.
Nadal resolvió a su favor la segunda opción de 'break' de que dispuso en el sexto juego del partido con un 'passing' de revés, pero Soderling no le perdió la cara ni al set ni al partido. Aún no. Trató de ganar metros, de entrar en la zona donde sabe definir y encontró dos oportunidades de igualar el marcador en el octavo juego. Una derecha larga y un nuevo error desde el resto frustraron su primera ofensiva para inmediatamente conceder al servicio los tres primeros puntos de set (0-40). Sólo entonces encontró su mejor servicio, el que le ha permitido alcanzar la final por segundo año consecutivo, para forzar a Nadal a resolver con el suyo. Tres errores del sueco con su revés facilitaron el trabajo.
Con muchas reservas se aproximó Soderling a la red al inicio del segundo parcial. Al contario que el año anterior, desde el comienzo había perdido la batalla de fondo. De nuevo falló en el momento de concretar alguna de las cuatro opciones de ruptura que se le presentaron en el segundo juego del parcial. En una de ellas, cuando al fin había conseguido ocupar el centro de la pista y conectar su derecha salvaje, se topó de nuevo con un muro y finalmente con una dejada definitiva en su lado de la red.
A partir de entonces no quedó nada de Soderling. Nadal lo convirtió en confeti. El servicio del balear, vital según sus propias palabras en la víspera, volvió a responder en los momentos delicados y le ayudó a solventar con autoridad muchos de sus servicios. Con la maquinaria a pleno rendimiento, Soderling quedó reducido a un tenista simple, de una sola dirección, sin recursos ni imaginación para tratar de incomodar a la 'bestia'. El sueco apenas sumó 18 puntos en el segundo parcial, cinco en los últimos cinco juegos.
Nadal, derrotado sólo una vez en todos los partidos de Grand Slam en los que se anotó el primer set, no cedió un metro al rival, lo mantuvo lejos de la línea, le obligó a aplicarse en una de sus cualidades menos destacada y con la que menos disfruta, la movilidad, y se de nuevo sintió campeón, invencible sobre al 'arcilla' de París. Un 'break' al inicio del tercer parcial terminó de hundir a Soderling, incapaz de sumar un set en dos finales consecutivas de Roland Garros. Ni siquiera pudo quebrar el servicio de Nadal a pesar de disponer de ocho ocasiones.