Santiago de Chile -

10 de junio de 2010

Fabio Capello protesta ante una periodista gráfica por hacer fotos
 antes del entrenamiento. (Efe)
Fabio Capello protesta ante una periodista gráfica por hacer fotos antes
del entrenamiento. (Efe)
"Por qué hacen ustedes esto?, ¿Por qué toman fotos de los vestuarios", les dijo Capello. "No, no hay excusas. ¨Qué se creen? Esto no es Gran Bretaña"," Así, a voz en grito. Y repitió tres veces ese 'por qué'. Tres 'why' con su peculiar acento de italiano 'vero', don Fabio. Fueron unos 50 segundos nada más, pero Los fotógrafos, a unos 20 metros de las ventanas, debieron recular, replegar sus teleobjetivos y agachar la cabeza. Fabio se había enfadado de verdad. Tras los gritos, llamó a su jefe de prensa para que despejara la zona. Precisamente la zona donde permite a diario la tarea de los periodistas.

[foto de la noticia]Ya no se habla de otra cosa en Inglaterra, ilusionada como casi nunca en este Mundial tras cuatro ediciones sin alcanzar siquiera las semifinales. Muchos interpretan la airada salida de tono de Capello como la punta del iceberg de los verdaderos problemas del equipo, tercero en las apuestas solo por detrás de Brasil y España. Otros prefieren pensar que se trata de otra estratagema del técnico para descargar de tensión a sus futbolistas. Lo que parece claro es que Capello tiene desde ayer una nueva imagen en las islas.
Hasta ahora, impulsado por los impecables resultados de la clasificación mundialista, había preferido cultivar una exquisita etiqueta. Nada más aterrizar en Londres, se dio un plazo de 100 días para hablar inglés. Y mal que bien, lo cumplió. Sumó victoria tras victoria y dotó al equipo de una identidad que no se conocía desde los tiempos de Bobby Robson, que dirigió con mano firme la nave desde 1982 hasta 1990. Desde entonces, ningún técnico se ha perpetuado tanto en el cargo. Capello, que la próxima semana cumplirá los 64 años, probablemente tampoco lo conseguirá.

[foto de la noticia]Algo ha cambiado en su actitud en los últimos días. La infinita curiosidad de la prensa parece haberle desquiciado, sobre todo desde el lunes, cuando llevó a sus chicos a un safari por el Parque Nacional de Pilanesberg. Entre cebras, antílopes, rinocerontes y elefantes, Capello intuyó la intrusa nariz de las cámaras. Sus futbolistas, acostumbrados al escrupuloso respeto de su actividad diaria en la Premier, se sintieron incómodos. "Los leones se deberían haber merendado a algún periodista", bromeó Joe Cole, uno de los veteranos del grupo.